El Suspiro es una flor sencilla, grácil y amigable. Si las plantas tienen sentimientos, podríamos decir que el Suspiro ama al Palto. Como en el poema de La Higuera, en mi casa también hay muchos árboles bellos. Rosados Hibiscos, enormes Gomeros, el sabroso Nogal, el beneficioso Eucaliptos, el recio boldo. Pero ninguno tan hermoso como el Palto, quien se deja querer, rodeado en círculos amables por el gracioso Suspiro que lo abraza desde la raíz hasta la copa en una explosión esplendorosa de flores moradas con blanco.
Hoy ha llovido abundantemente. Luego las nubes son barridas por el viento y el sol “mira para atrás” sobre las cumbres nevadas, posándose cálidamente sobre el Palto y su acompañante, en el más bello espectáculo del atardecer. Pienso en esa conmovedora amistad y cómo irá a sentirse desolado cuando el Suspiro se apague poco a poco entre sus ramas.
¿Será verdad lo que arguye el poeta que “siempre se pierde lo que se ama”?
jueves, abril 22, 2004
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