jueves, septiembre 30, 2004

Vuelvo a ver TV.

Estuve durante seis meses alejada de la pantalla de televisión.
Voluntariamente.
Sin prejuicios o misticismos.
Simplemente quería probar la fuerza de mi amor por alguien. Resultó un ejercicio edificante y provechoso.
Por estos días vuelvo a encender el silencioso aparato y me encuentro con otro mundo. No sé si cuando la dejé estaba tan acostumbrada a la nadería y al lugar común, que ahora, con un ojo limpio y un tanto crítico, no encuentro nada que mirar.
Dirás que exagero.
Tal vez.
Visto fría y lógicamente, estos últimos días me he remitido a Los Simpsons y eso sería todo.
¡Ah!, y el TV. Tiempo. Hasta eso lo hallo más divertido que los programas estelares, cercanos a una apertura forzada del lenguaje, de la imagen y, como seguramente sucede, al interés comercial.

Me da la impresión que concurriré con más frecuencia a la Biblioteca donde estoy inscrita, me dedicaré a la vida monástica, tomaré un curso de repostería, parapente o natación (ahora que se viene el verano con todo), pero tele, ¿para qué desperdiciar mis días en tanta vanalidad?

No sé si tú, pero yo, paso.

lunes, septiembre 27, 2004

Primer amor

Pamela tiene la mirada más hermosa que he visto.
Largas trenzas y una voz ronquita.
Once años recién cumplidos. Y sabe que es mujer.

Kevin se pasea con las manos dentro de los bolsillos del pantalón gris de colegio. La camisa afuera (la inspectora lo llama al orden), y con timidez estira la mano y la abre.
Un anillo plástico de colores brillantes es la joya que ha comprado para regalar a su compañera. Ella se deja querer y con aire de princesa le da las gracias.
Cuando la tarde deja caer su languidez sobre las casas y el sol desaparece entre los cerros, nostálgico, Pamela y Kevin vuelven por la angosta vereda rumbo a casa.
Caminan conversando las tareas, intercambiando apuntes, riendo sin prisa. Un delicado sentimiento les rodea, una aureola de inocencia, el perfume de los duraznos en flor, la primavera.
¿ Hay algo más hermoso que el primer amor?

domingo, septiembre 26, 2004

Escuela fiscal.

La moderna educación me inquieta tanto o casi más que la antigua.
No sé si alguien tendrá claro lo que es educar.
Educar para la vida.
En mi caso, el más cercano que conozco, fue bastante represiva y castigadora. Aunque hubo momentos de gloria y libertad, se pagaron con abundantes lágrimas, pero tengo una gran fuente productora y puedo seguir fabricándolas mientras tenga agua y ojos.
Ya escribí de los muchachos del quinto básico.
Uno que otro es poeta.
Otro dibuja cientos de monos al final del cuaderno. Cautelosamente; está perdido si alguien lo descubre.
Y los más, saltan la cuerda. Se divierten comiendo algún snack y brincando en el recreo, mientras los profes conversan y toman un cafecito.

¿Nos enseñó algo la escuela?
¿Algo más que obedecer órdenes, cumplir un horario y hacer palotes?

¡Y el uniforme! ¡Madre mía!
No podías cambiar de color, andar con la blusa afuera o la falda más corta de lo reglamentario.
Zapatos negros, nunca azules, rojos o amarillos.
El pelo corto. Anotaciones en el libro, llamadas al apoderado, suspensiones varias por el famoso mechón que traspasaba el borde de la camisa en ellos.
Y el color del teñido en ellas.
Me parece un milagro de Dios que saliéramos vivos. Ilesos no puedo asegurar, porque vaya sí nos marcaron.

El toque de la campana determinaba nuestras horas. Podías estar embelesada en la historia que estaba leyendo alguna compañera, pero si tocaba la campana era un grito general. Sólo el recreo justificaba las horas tediosas de historia o matemáticas.
Es frecuente que no se ame el estudio. No porque aprender sea desagradable. El sistema lo ha determinado de esa manera.

¿Qué amamos en aquel tiempo?
La mano estirada con una manzana y la enorme sonrisa de aquel muchacho de rostro pecoso.
La voz de la profesora de literatura leyéndonos (dramáticamente) un cuento.
El luche avión.
La colección de stickers.
La clase de Tecnología haciendo esculturas, comidas o lámparas.
Y el sabor inconfundible del helado de leche.

El quinto básico de la escuela fiscal no tiene nada de atractivo para un niño de diez años. Si no obedeces al molde es un continuo sufrimiento; si eres diferente al resto, Dios no quiera delatarte. Un gran cartel escrito con letra clara traspasará todos tus días. Nunca tendrás éxito, serás paria del sistema y tal vez termines confinado en alguna oscura oficina sin ninguna perspectiva. O barrer calles eternamente, tragando el polvo de los automóviles que te son vedados. O sentarse estúpidamente en un centro a contestar llamadas de gente inexistente que busca perder un poco de tiempo para no volverse locos. Ganarás dinero pero no verás el primer gesto de tu hijo ni el rojo de los atardeceres del verano. Ni los primeros brotes de los árboles ni el armonioso caminar de las hormigas almacenando sus granitos.

No se educa para vivir.
Se educa para tenernos quietos.
Para producir “bienes”, léase por “bienes”: auto del año, casa con piscina, ropa a la moda, equipos varios, visitas seguidas a los malls, vacaciones en el extranjero, tarjetas de crédito.

¿Quién lee poesía?
¿Quién escribe poesía?
¿Quién vaga por los parques?
¿Quién da de comer a las palomas?
¿Quién habla con los espejos?
¿Quién inventa trabalenguas?
¿Quién canta por el placer de cantar?
¿Quién juega al gato?
¿Quién lee a Whitman o a Frost?

Recuerdo a Víctor. Tenía tres hijas. Cultas, bellas y encantadoras. Nunca fueron a una escuela formal; vivieron de país en país, de feria en feria mostrando su arte. Nunca conocí personas más felices. Dentro de todo su sistema de viajes y trabajo, la vida les enseñó lo necesario.
Sí, me dirás, no todo el mundo puede viajar.

De acuerdo. Educacionalmente no soy ninguna eminencia. Apenas escribo unas letras hilvanadas en tardes de ocio. Pero una cosa sé: los niños son infelices. He secado sus lágrimas, e observado su impotencia y su rencor.
Sienten que el mundo es injusto; que algo se les quita cada día y lo que se le da no lo compensa.
Un muchacho en un bucólico pueblo del Sur apuñala a su profesor.
Otro ataca a sus compañeros.
Otro se masturba frente a sus amigas.
Gestos de violencia y locura. Gritos de auxilio de una sociedad alienada y marketizada.

La profesora del quinto los forma en una larga fila antes de entrar a la sala. Derechos, uno-dos-tres-cuatro; manos arribaalosladosabajoalaespalda. Pasen las niñitas. Los varones. Condicionados y domados sus espíritus, su descontento se resumirá en las calificaciones. O en los juegos secretos. O en la indolencia, en la apatía de su ignorancia.

He llegado a creer que fuerzas extrañas desean que así suceda.
Más tontos útiles; menos problemas.

Los charlatanes habituales nos “venderán la misma pomada” y pensaremos que lo hacen por nuestro bien.

sábado, septiembre 25, 2004

Sencillo.

Me sorprende (no debería) y alegra que alguien busque a Dios.
En un tiempo tan agitado y de tan variados intereses, es casi asombroso.

¿Qué dice Dios a eso?

Cerca de cada uno está Su Palabra, la palabra de fe sostenida a través de la edades a la que adhiero junto al apóstol Pablo (guardando las diferencias, obviamente).

Y esta es la palabra: que si declararas audiblemente que Jesucristo es El Señor y crees en tu interior que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo. Con el corazón se cree para Dios y con la boca se confiesa a los principados y potestades invisibles, pero presentes.Porque la Escritura dice: Todo el que cree y pone su fe en Él no será avergonzado, pues Dios es rico para con todos los que le llaman por su nombre y los bendecirá abundantemente.
(Paráfrasis de la Carta a los Romanos Cáp. 10)

Sencillo.Casi de párvulos.
De tan sencillo las personas no atinan.

Ruego a Dios que tú, sí

viernes, septiembre 24, 2004

De buena fe.


Cuando destrozaron la vereda de mi casa y dejaron un montón de tierra apilada, no protesté. Los trabajadores (nunca vino un jefe) explicaron que pronto volverían a pavimentarla, cuando todos los trabajos de alcantarillado estuviesen terminados.

Les creí.
¿Por qué dudaría de la palabra de unos sencillos servidores públicos?
En un mundo descreído, quiero práctica el principio “de buena fe”.

Cuando una asume la confianza como valor vital en las relaciones humanas no puede al mismo tiempo andar pensando (a menos que una esté traumatizada) que las personas tienen una pistola apuntando a tu corazón o que el tipo de la micro que nos mira fijamente va a sacar un cuchillo y nos quitará la cartera. O que la vecina es una bruja que sólo desea hacerte daño (justito se te murió la ruda en plena floración).
O que los periódicos tienen aviezas intenciones con nosotros, pobres ignorantes de los poderes fácticos.

En general somos confiados.
Por eso caemos tan fácilmente en el “cuento del tío”, repetido hasta el cansancio; pareciera que no aprendemos. Eso de las historias de la micro, no necesito ni contarte, tú sabes las mismas o más que yo. A veces les doy algo por lo bien contado, pero una sabe que es "puro cuento".

A pesar de todo, creo que hay que vivir confiadamente. Tal vez tomando algunos resguardos moderados.

De lo contrario tendríamos que encerrarnos en nuestro hogar y olvidar el mundo de allá afuera.

Ya ves, demoraron, pero hoy aparecieron. Con unas máquinas enormes, en un dos por tres tiraron ripio, aplanaron toda la tierra amontonada y bastante transitada y mañana ponen el cemento. Va a quedar de lujo. Jamás dudé que volvería a ver mi vereda nueva, sin esos enormes hoyos que se llenaban de agua con las lluvias.

Claro que, oh ironía de la vida, vienen las elecciones municipales. Y yo voto.
Pero "para qué -dice el dicho- pedirle peras al ulmo". Me basta con apreciar un trabajo bien hecho y disfrutar de mi nuevo entorno.

Sí, me han sucedido muchos chascarros. Y decepciones. Y he perdido dinero. Y me han engañado. Y más de alguien me ha llamado "tonta lesa" sin motivo.

Pero sigo teniendo “buena fe” con mis semejantes, a menos que se demuestre lo contrario.



jueves, septiembre 23, 2004

¡Urgente! Se necesita profe cristiano.

«Todas las democracias contemporáneas viven bajo el permanente temor a la influencia de los ignorantes». Kenneth Galbraith

Observo a los muchachos del quinto básico, escuela fiscal. Violentos, agresivos, consumistas, perezosos y burlones. Puedo definir exactamente el futuro de cada uno y me estremezco en un ruego, porque, aparte de la profesora que pone su mejor esfuerzo, sólo Dios puede edificar sus destinos de chicos marginales, impidiendo que terminen de micro traficantes, drogadictos o delincuentes habituales.

Leen apenas, con palabras de silabario.
Pintan líneas básicas. Dudo si entienden la diferencia entre Miguel Ángel y Picasso. Entre una cumbia y Mozart.

Escriben con jeroglíficos indescifrables. Ni ellos logran estudiar con sus apuntes.
De música, ni hablar. Hace un tiempo tocaban la flauta dulce, alguna melodía básica. Ahora nada. Mekano es un referente.
La ignorancia los rodea, los atrapa, les impide un desarrollo natural, los margina. Quieren romper el círculo pero no saben cómo. Tampoco sus padres pudieron.

Me estremece la visión de lo que nos espera.
Votantes monosilábicos.
Ciudadanos sin valores éticos.
Adultos sin moral.
Incapaces de argumentar, manipulados por los medios de comunicación, cualquier dirigente con un buen diccionario, una complaciente retórica y unos atractivos slogan, hará lo que desee con ellos.
Admiro a los profes.
Hasta el más desgastado merece todo nuestro respeto. Los veo esforzarse, encanecer, arrugas de preocupación reciben de salario, a veces hasta ofensas gratuitas de los apoderados. Una lucha desigual se libra cada día en las aulas. En especial en los colegios periféricos.

¿Qué valores vamos a dar a estos niños?
Podemos elegir la docencia como forma de sustento; podemos elegir el camino largo y difícil de formar vidas con los valores cristianos, en especial en este tiempo complicado y asombroso; podemos sembrar en ellos, pero es, lo sé, un trabajo arduo, largo y de paciencia.
Enseñarles a amar a Dios puede transformarse en un desafío.
Que aprendan a amar al prójimo puede ser una defensa fundamental para la convivencia armónica en el mundo.
Una sociedad vocacional, trabajos que construyan una buena vida. Leyes lógicas y justas. Sólo la educación logrará dignificarnos y liberará a los chicos del quinto básico de sus fatales destinos.
Educar en valores cristianos fundamentales.
En la ética del trabajo.
En la esperanza de otro día mejor.

Amigo, amiga, adquiriste el compromiso de estudiar Pedagogía. ¿En qué tramo estás?
Porque sí, vaya que sí necesitamos profes cristianos, esos de vocación y auténtico compromiso.

Recibirás el mejor salario, no traducido en monedas falsas sino en vidas. Tuyas serán sus vidas ¿no te motiva eso?
Y su amor te seguirá todos los días de tu vida.

miércoles, septiembre 22, 2004

Lugares comunes (dos).

El mundo desde donde vengo estuvo cargado de clichés, intransigencias de diversa índole y prejuicios al por mayor. Aprendí desde muy niña que “pasar piola” era un buen truco para que te dejaran en paz.

En la página del 1 de septiembre: “Lugares comunes” (uno) explico algunas de las costumbres de los evangélicos, unas pocas, porque depende la congregación, cada una tiene los propios.

Lo que fue general era la cuestión de los pantalones. ¡My God! Gastamos tiempos preciosos en la obstinada discusión del tal adminículo. Lo más divertido era que lo discutían ¡los hombres! El diablo hacía su agosto riéndose de nosotros. Mientras nos mantenía así de entretenidos, él sembraba la guerra, la droga, el abuso de los menores y todas las “lindezas” que la iglesia de hoy ha heredado.
Pero no sigamos en eso.
Independiente de la fe que practiquemos, los chilenos tenemos un sin número de clichés y modismos, los cuales empleamos cuando nos falla el diccionario.
-Chile es una larga y angosta faja de tierra.
- Somos hijos del rigor.
- La casa es chica pero el corazón es grande.
- Nunca se ha arriado nuestra bandera, que alguna vez ganó en un concurso internacional, resultando la más bella.
- Los chilenos somos solidarios.
- Madre hay una sola.
- La caja de los idiotas (o el cajón del diablo, en versión religiosa).
- El roto chileno tiene picardía y las empanadas son las mejores del mundo.
- Somos los ingleses de América. ¿(Todavía)?
- Somos un país pacato o cartucho (¿y el desnudo en el Forestal?)
- Las mujeres chilenas son las más bellas (si tenemos hasta una Miss).
- Los vinos chilenos son los mejores.
- No somos como los países bananeros.
- Somos puro corazón.
- Somos clasistas pero no racistas.
- Chile, tierra de poetas.
- La empanada, invento chileno.
- Los sacerdotes célibes.
- El principio del fin.
- En este país no existe la coima.
- En Chile no hay corrupción (¿comparado con qué?)
- Chile no es un pasadizo para la droga.


Me cansé. Si quieres incursionar en el tema, sólo pone oído. ¿Cuántas veces no hemos repetido éstas y otras frases para salir del paso?



lunes, septiembre 20, 2004

Dedicado a La Radio.

Esa caja oscura y maravillosa emitía todo tipo de voces, canciones mexicanas, llorados boleros y mi primera “cebolla”, los radioteatros. El doctor Mortis, la Tercera Oreja, la Bandita de Firulete, tantas historias llenaron nuestra infancia y tanta música nos hizo bailar y soñar. Era la radio, un invento fascinante. Todavía, a pesar de la tv y la internet, lo sigue siendo.

Noches de eterna lluvia golpeaban nuestra casa; el viento estremecía las paredes. Arropados en la tibieza de la cama, todos disponíamos el oído para la “comedia” que sucedía en algún lejano lugar, voces superpuestas sobre el viento y la lluvia amenazantes. Una historia que nos hacía tiritar más que la negra noche de afuera.Tengo la memoria llena del timbre de aquellas voces que vuelven una y otra vez en los sueños, para arropar la soledad de otras noches lluviosas.

Risas de amigos que han partido.

Voces lejanas que hacen brotar un sentimiento de esperanza, a pesar de las crueles noticias que difunden.
Independiente si es A.M o F.M; ajena a las encuestas que señalan su decadencia, como la literatura, sostengo que la radio no morirá. En cada pieza del hogar tengo un equipo. Y uno personal en la mochila. Hablo de ella con mis amigos, declaro sus gracias como si hablara positivamente de una amiga.

Siete de la mañana, las noticias.
Ocho, los comentarios, algunos políticos, ácidos, otros divertidos.
Nueve, la música.
Desde las 17 hrs, el zapping. Duna, La Chilena, Armonía, Zero, Concierto, Terapia Chilensis, hasta que la noche cae sobre la ciudad y apenas, a lo lejos, ladran los perros.

Y ahí están los trasnochados. Evangélicos de fe que creen a pie juntillas que allá afuera existe un mundo de oídos pendientes del mensaje. Y no se equivocan. En los desvelos de la noche, en el silencio de los lobos, la radio espanta los terrores y nos ayuda para llegar al amanecer, cuando la luz hace huir las pesadillas.

La radio regala vida.
Y renueva la fe.
Yo amo la radio, cualquiera de ellas. Todas juntas hacen nuestra vida feliz.


domingo, septiembre 19, 2004

La primera rosa roja.

Mientras se apagan los últimos sonidos de la banda en la elipse del Parque O’Higgins y los presentes se retiran lentamente, como emergiendo de un sueño hacia la cotidianeidad; mientras se diluyen los últimos olores a empanadas, asado y chicha; mientras los niños recogen el hilo de los alejados volantines que han dado su mensaje de ingenuidad y desconcierto, se aproximan los múltiples olores de árboles floridos, anunciando el sabor de las cerezas, damascos, manzanas, ciruelas.

Y florece la primera rosa roja en mi jardín.

Por la calle principal pasan los huasos que regresan del desfile, muchachos elegantes con sus mantas de colores, montados sobre vistosos caballos; pasean grupos de chicas de exuberante belleza equilibrándose sobre los primeros tacones, riendo coquetamente y exhibiendo su juventud alegre. "Las muchachas en flor" que alguna vez describió Marcel Proust en su libro "En busca del tiempo perdido".

Es la tierra que renace.
Es la esperanza que no nos abandona.

Más que esta olorosa primavera y un jardín de rosas rojas, aspiro a aquello que describe el salmista: “Que en mis días florezca la justicia,
y que haya prosperidad, hasta que la luna deje de existir.”


Dios ¿es muy ambicioso este deseo?

sábado, septiembre 18, 2004

La libertad.


”Jesús les habló diciendo:
Vosotros seréis verdaderamente mis discípulos si vivís de acuerdo con mis enseñanzas, porque entonces conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
Ellos exclamaron: ¡Pero nosotros somos descendientes de Abraham y jamás fuimos esclavos de nadie! ¿Qué quieres decirnos con eso de que la verdad nos hará libres?
Os aseguro les dijo que nadie que comete pecado es libre, sino que es esclavo del pecado. Y los esclavos no forman parte permanente de la familia a la que sirven, mientras que el hijo siempre será parte de ella. Por eso, si el Hijo os libera seréis verdaderamente libres.”
(Evangelio de Juan Cáp. 8)

Los hombres aman la libertad, pero le temen. Si así no fuese ¿por qué rechazan el evangelio y la palabra de fe?

A veces creo que los hombres aman la rutina, sus hábitos ancestrales, incluso los molestos males que les aquejan o sus enconos que amargan su comida. Detestan la idea de cualquier cambio, aunque sueñen con alterar ese anodino existir. “Algún día”, dicen, me iré de esta casa. O viajaré.
Algún día nunca llega.

La libertad individual es una amenaza a la tradición. Los seres religiosos detestan las manifestaciones del Espíritu, porque donde el Espíritu sopla “allí hay libertad”.

La idea de la libertad individual es parte de la doctrina de la libre voluntad del hombre en la elección del bien o el mal, característica humana otorgada por Dios. Sin libertad somos apenas una sombra del proyecto de Dios.
Aspirantes a seres humanos integrales.
Modestos buscadores de baratijas en un campo lleno de diamantes.
Sólo libres podemos enfrentarnos al Creador.
¿Hay otra forma?

Tal vez lo descubrieron aquellos hombres que lucharon para heredarnos un país libre.

viernes, septiembre 17, 2004

Voto evangélico.

Me asombra la incoherencia de algunos seres humanos.
Tengo una amiga muy querida que ha egresado de Leyes, defiende los Derechos Humanos, hace clases de teología, y no está inscrita en los registros electorales.
Me aduce distintas razones, las mismas que vengo oyendo durante años de jóvenes que no desean votar.
Bien. Si no desean votar, lo entiendo. Es una soberana lata pegarse el plantón al centro de votación, pararse en una larga fila, a pleno sol, para colocar una pequeña e insignificante cruz al lado de un nombre, que a veces ni nos gusta o ni conocemos.

Refuta con la manoseada frase: "los políticos son corruptos".
Y ¿para qué elegir los de esa categoría?
Podríamos probarlos, evaluarlos y sustituirlos.

¿Para esto queríamos la democracia?
Los privilegios que se nos otorgan también nos obligan a participar. Es un derecho que conlleva un deber, aunque sea fastidioso.
Por estos días se celebra nuestra independencia nacional. ¿Te imaginas que allá por el 1800 los patriotas se plantearan las mismas dudas cuestionando el voto a favor de liberarnos de España?
Tal vez todavía seríamos una colonia, con todo lo que de ello se desprende.

Chile, como cualquier democracia, aspira a una vida buena para sus ciudadanos. ¿Deberíamos dejar las decisiones a manos de chicos imberbes que apenas saben marcar el voto? ¿No es más cuerdo, como cristianos, asumir aquello que postula el apóstol Pedro: "Someteos, por causa del Señor, a toda institución humana, ya sea al presidente, como autoridad, o a los gobernadores, como enviados por él para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen el bien. Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis enmudecer la ignorancia de los hombres insensatos. Andad como libres, pero no uséis la libertad como pretexto para la maldad, sino empleadla como siervos de Dios.
Honrad a todos, amad a los hermanos, temed a Dios, honrad al gobernante
." (Carta del apóstol Pedro, cap. 2)

Así es que no me salgan con eso del amor a la patria, que la cueca es nuestro baile nacional, las empanadas más ricas del mundo o el buen asado. Cuando te inscribas en los registros, serás ciudadano. Ahí nos vemos, en la fila de votación.

jueves, septiembre 16, 2004

Prohibido el hilo “curado”.

Sí, estoy de acuerdo que se prohíba elevar volantines con hilo “curado”.
Pero también me gustaría que se prohibiera las palabras obscenas en los sitios públicos, el adulterio generalizado, la delación compensada y la mentira como institución nacional. Y si vamos a pedir algo, también me gustaría que se prohibiera la impudicia en las playas, las sopaipillas y completos en los carritos callejeros, que atentan contra toda dieta y vida sana, porque según el Ministerio de Salud estamos todos obesos.

Ya que nos animamos, quiero que prohíban a las palomas defecar en las cornisas de las iglesias y que intempestivamente dejen caer un “regalo” del cielo sobre nuestro mejor vestido. Además sancionen a los ángeles que andan por ahí haciéndonos bromas; para bromitas ya se nos acabó el humor; menos que publiquen mi foto en la portada de alguna revista de farándula, nunca jamás en LUN.

Multen a los graffiteros fomes que dejan la ciudad hecha un asco.
Saquen esos horribles carteles de los candidatos a cualquier cosa; entiéndanlo no vamos a votar por ellos.

Prohíban la risa. Como decía mi madre, “la risa abunda en la boca de los tontos”. Así, mientras menos riamos, más inteligentes pareceremos.

Prohíban los pantalones grises, en especial en los colegios. ¡Qué color más decadente! Con razón los chiquillos no quieren estudiar. Si nos dejan grisáceos hasta los pensamientos.
Prohíban los enamorados en los parques. ¡Qué espectáculo! Dignos de una ciudad superpoblada que no tiene espacios privados. Que no se besen en plena calle; cómo se les ocurre “contar plata delante de los pobres”.

Y a las abuelitas cruzar las calles. Mejor que se queden donde están y esperen tranquilas el desenlace en ese lado. ¿Para qué reanudar la carrera frustrada de un micrero bien intencionado?

Si estamos para prohibiciones, ¿por qué mejor no prohíben prohibir?

Porque si seguimos así de negativos, vamos a terminar más tiesos que ekekos en feria artesanal y más locos que volantín cortado.

Repito, no al hilo “curado”. Es más fácil prohibirnos cualquier cosa y vulnerar nuestras libertades que enseñar y culturizarnos; es más fácil decretar leyes descabelladas que hacernos responsables de nuestros actos e íntegros en defender el derecho del otro.
Eso.

miércoles, septiembre 15, 2004

Disyuntiva.

Necesito un consejo.
No sé si dedicarme a la mitomanía o al narcotráfico.
Porque esto del evangelio, estoy evaluándolo seriamente. Por lo improductivo, digamos, en “contante y sonante”.

En la primera opción, estaría asesorada por algún clérigo, pastor o laico cristiano, para dar una imagen creíble (o increíble).
En la segunda busco los mil resquicios de la ley y pido indulto presidencial. Humanitario, por supuesto. Para que no se note.

Dirás que desvarío.
Que estoy más loca de lo habitual.
Respondo en mi descargo ¿quién no pensaría hacerse el loco con lo que nos sucede?

Fue exactamente la mañana de un 18 de septiembre que no deseo ni acordarme. Una pareja de verdes tocan la puerta de mi hogar. De esos verdes que tienen pistola al cinto y una voz resonante adecuada al cargo. Además un grueso talonario de boletas, ad doc a la ocasión.
Su carnet, me dice el más alto, con prepotencia.
¿Qué hice?, pregunto con voz apenas audible.
Tendré que citarla al tribunal, usted no ha colocado la bandera.
Cuento corto, me partearon en la puerta de mi casa, sin explicación que valiera.

Multa, una multa bastante inadecuada a la falta (¿qué te crees tú anti patriota que se te olvida colocar la sacrosanta bandera?)

Supliqué, por supuesto. Una sentida carta (no se puede ver al juez para explicar personalmente) aduciendo mi condición de cesante y otras yerbas, por si conmuevo a la justicia, que dicen es ciega. ¡Tate!, ahora me explico por qué “ni me inflaron” aquella emocionada misiva. Y eso que derramé hasta unas lágrimas sobre el papel, un poco alterada con el drama de mi vida.
Te explico, me han multado hasta por cruzar una calle.
¿Te ríes?
Déjame que un día te cuente aquella. Ahora termino con la de hoy sino voy a terminar llorando de verdad.

En fin, pagué. ¿Qué quieres?, soy una persona pacífica, común y corriente, sin ningún “santo en la corte” ni alguna influencia semejante. Otro gallo me cantaría si…, en fin, eso.

Querida lectora amiga y paciente lector ¿debo seguir con mi carrera de cristiana, estoicamente y sin reclamos o cambio de rubro?





viernes, septiembre 10, 2004

Se me ha pedido una definición…

Algunos amigos creen que por mi hábito de lectora, soy algo así como una mezcla de Pequeño Larousse, Enciclopedia Encarta y Diccionario Bíblico ambulante. No pues. Nunca taanto. Y como me han pedido una definición de Amor, me remitiré a la Palabra, porque con esas conclusiones categóricas no puedo. No se han puesto de acuerdo los más grandes filósofos, los sicolocos (perdón sicólogos), los teólogos y todos los otros muchos ólogos, ¿yo voy a descubrir la pólvora si ni para opinóloga me alcanza?


“Si yo hablara lenguas humanas o angélicas, pero no tengo amor, seré como una campana que suena o un platillo que retiñe.

Si profetizara, y conociera todo lo que está oculto, y entendiera todas las cosas; y si fuera tanta mi fe que pudiera trasladar montañas, pero no tengo amor, no soy nada.

Si diera a los pobres hasta el último de mis bienes terrenales, y aun si entregara mi cuerpo para que me quemasen vivo, pero no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es paciente y benigno;
el amor no tiene celos ni envidia;
el amor no es presumido ni vanidoso;
no hace nada indebido, ni es egoísta, irritable o rencoroso;
no se alegra de la injusticia, mas se alegra si triunfa la verdad.

El amor sufre sin desánimo, no desconfía de nada, no pierde la esperanza y soporta toda adversidad.

… el amor nunca dejará de ser.

De igual modo, lo que ahora conocemos es oscuro, como la imagen imprecisa de un espejo defectuoso; pero un día veremos cara a cara, con toda claridad. Mi conocimiento es hoy parcial, pero entonces conoceré perfectamente, como Dios me conoce a mí. Tres cosas hay de valor inmutable: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más importante es el amor.”

Primera carta del apóstol Pablo a los Corintios, cap 13.

Ya que estás enamorado, mi pregunta es ¿cultiva tu amor este perfil?

jueves, septiembre 09, 2004

Apunte de León Bloy.

“Es horrible vivir en una época tan maldita, tan renegada, en que no es posible hallar un santo; no digo un hombre santo sino un santo que cure enfermos y resucite muertos y al que se pudiera preguntar:
_ ¿ Qué es lo que espera Dios de mí, y qué es lo que debo hacer ?”

lunes, septiembre 06, 2004

Don Nicanor.

Noventa años es toda una hazaña.
Más aún con ese sentido del humor y esa audacia para tratar el idioma y enfrentar la vida.
El mejor regalo que una persona pueda dar a un escritor, es precisamente ése, leer lo que escribe.


MANIFIESTO
(Nicanor Parra)

Señoras y señores
Esta es nuestra última palabra.
-Nuestra primera y última palabra
-Los poetas bajaron del Olimpo.
Para nuestros mayores
La poesía fue un objeto de lujo
Pero para nosotros
Es un artículo de primera necesidad:
No podemos vivir sin poesía.
A diferencia de nuestros mayores
-Y esto lo digo con todo respeto-
Nosotros sostenemos
Que el poeta no es un alquimista
El poeta es un hombre como todos
Un albañil que construye su muro:
Un constructor de puertas y ventanas.
Nosotros conversamos
En el lenguaje de todos los días
No creemos en signos cabalísticos.
Además una cosa:
El poeta está ahí
Para que el árbol no crezca torcido.
Este es nuestro mensaje.
Nosotros denunciamos al poeta demiurgo
Al poeta Barata
Al poeta Ratón de Biblioteca.
Todos estos señores
-Y esto lo digo con mucho respeto-
Deben ser procesados y juzgados
Por construir castillos en el aire
Por malgastar el espacio y el tiempo
Redactando sonetos a la luna
Por agrupar palabras al azar
A la última moda de París.
Para nosotros no:
El pensamiento no nace en la boca
Nace en el corazón del corazón.
Nosotros repudiamos
La poesía de gafas oscuras
La poesía de capa y espada
La poesía de sombrero alón.
Propiciamos en cambio
La poesía a ojo desnudo
La poesía a pecho descubierto
La poesía a cabeza desnuda.
No creemos en ninfas ni tritones.
La poesía tiene que ser esto:
Una muchacha rodeada de espigas
O no ser absolutamente nada.
Ahora bien, en el plano político
Ellos, nuestros abuelos inmediatos,
¡Nuestros buenos abuelos inmediatos!
Se refractaron y se dispersaron
Al pasar por el prisma de cristal.
Unos pocos se hicieron comunistas.
Yo no sé si lo fueron realmente.
Supongamos que fueron comunistas,
Lo que sé es otra cosa:Que no fueron poetas populares,
Fueron unos reverendos poetas burgueses.
Hay que decir las cosas como son:
Sólo uno que otro
Supo llegar al corazón del pueblo.
Cada vez que pudieron
Se declararon de palabra y de hecho
Contra la poesía dirigida
Contra la poesía del presente
Contra la poesía proletaria.
Aceptemos que fueron comunistas
Pero la poesía fue un desastre
Surrealismo de segunda mano
Decadentismo de tercera mano
Tablas viejas devueltas por el mar.
Poesía adjetiva
Poesía nasal y gutural
Poesía arbitraria
Poesía copiada de los libros
Poesía basada
En la revolución de la palabra
En circunstancias de que debe fundarse
En la revolución de las ideas.
Poesía de círculo vicioso
Para media docena de elegidos:
«Libertad absoluta de expresión».
Hoy nos hacemos cruces preguntando
Para qué escribían esas cosas
¿Para asustar al pequeño burgués
Tiempo perdido miserablemente!
El pequeño burgués no reacciona
Sino cuando se trata del estómago.
¡Qué lo van a asustar con poesías!
La situación es ésta:
Mientras ellos estaban
Por una poesía del crepúsculo
Por una poesía de la noche
Nosotros propugnamos
La poesía del amanecer.
Este es nuestro mensaje,
Los resplandores de la poesía
Deben llegar a todos por igual
La poesía alcanza para todos.
Nada más, compañeros
Nosotros condenamos
-Y esto sí que lo digo con respeto-
La poesía de pequeño dios
La poesía de vaca sagrada
La poesía de toro furioso.
Contra la poesía de las nubes
Nosotros oponemos
La poesía de la tierra firme
-Cabeza fría, corazón caliente
Somos tierrafirmistas decididos-
Contra la poesía de café
La poesía de la naturaleza
Contra la poesía de salón
La poesía de la plaza pública
La poesía de protesta social.
Los poetas bajaron del Olimpo.

sábado, septiembre 04, 2004

Siervos.

A veces me sucede algo extraño. Una cierta lejanía con algunos integrantes de iglesia actual, en especial los que opinan en los medios. Como si ellos fuesen por un camino paralelo, entre humanista- izquierdizante- ancestral- intolerante, una mezcla que no acierto a comprender.

Originalmente lo hallaba tan sencillo.
Iglesia = discípulos de Cristo, comunidad de fieles que creían en su muerte y resurrección. Unidos por un Espíritu y por un Libro; un rebaño de ovejas que escuchaba la voz de su Pastor y le seguía. Amén.
De aquello natural y sencillo, ha derivado una iglesia institucional jerarquizada, ceñida a ritos y un sistema riguroso, regida por un espíritu de autoridad más que por la fuerza del ejemplo y el amor. Escucho sus canciones que parecen letanías y sus oraciones casi cercanas a los mantras orientales (y no me refiero a la iglesia católica).
Leo de sus contiendas en los periódicos y me desalienta el lenguaje que se usa. Las declaraciones de un miembro de la iglesia Metodista Pentecostal de Chile me desconciertan:
Refiriéndose a un problema con una Clase en Conchalí “… Rojo aseguró que “no existe el ánimo de desalojarlos. Al contrario, el obispo cree que esto sólo generaría división y un cisma dentro de la iglesia. Él quiere que el rebaño se vuelva a juntar y convencerlos de que respeten a la autoridad. Esto es igual que la iglesia católica, en el sentido de que hay una jerarquía que respetar”.
http://www.lun.com/ElDia//detalle_noticia.asp?cuerpo=701&seccion=801&subseccion=901&idnoticia=C382339029582523

Si esta declaración es verdadera yo ando más perdida que aceituna en torta de cumpleaños. Porque durante toda mi vida he creído que la iglesia evangélica en Chile adhería al Evangelio de Jesucristo en todo sentido. O sea, que todos éramos ovejas de un mismo rebaño. Parece que me equivoqué.
Cito a la letra las palabras de Jesús: “Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” (Marcos 10:41-45 y Mateo 20:25-28. Reina-Valera 1960). El auténtico servicio es una respuesta de amor al llamado de Dios, sin condicionar el grado, el lugar o el talento que se posea ya que es la gracia que capacita para hacer lo que Él demanda. Como siervos de Cristo no hay lugar para la arrogancia; mas bien la humildad sería la característica adecuada. Entonces ¿de qué estamos hablando? ¿Desde cuándo somos como la Icar que nadie nos avisó? Y conste que leo frecuentemente los periódicos.
¿O siempre se aspiró a ese sistema pero nosotros fuimos ignorantes de ello?
Porque es indudable que el sistema jerárquico tiene sus ventajas (carnales, por supuesto).
¿Alguien nos puede ayudar con una explicación?

Mi correo: toyita@tutopia.com
Gracias.

viernes, septiembre 03, 2004

Dolores, nombre de mujer.

Entre las grandes ficciones del mundo evangélico está la de “la mujer sometida a su marido”. Aunque éste sea un flojo, desatinado, machista, borracho, manipulador y un tiro al aire. A tal punto que algunas mujeres, con cara de lamentación, le llaman “mi cruz”, mientras “mi cruz” se ríe haciendo gestos de ángel, que no le sientan a la edad que tiene y dan vergüenza ajena.

Es ahí cuando pido a Dios una explicación de porqué me hizo mujer. O tal vez el momento embarazoso es un escarmiento por mis muchas irreverencias, o una prueba para pulir mi capacidad de resistencia.

No necesitamos viajar a algún país musulmán para observar la violencia a la que es enfrentada una mujer cada día. Aquí, cerca de mi hogar vive Dolores, amiga muy querida. “Es que la mujer tiene que sacrificarse por el bien del hogar; yo me sacrificaré, pues”, me dice con cara de cordero llevado al matadero (perdonen los corderos, inocentes ellos).
Conozco no sólo éste sino muchos (quizá demasiados) casos donde una mujer, sabiendo las reglas del juego, cae en el encandilamiento que produce la seducción de un buen macho, obnubilándole totalmente la razón. No hay caso. Si una se atreve a decirle tímidamente “pero él no es cristiano”, la respuesta bordea lo espeluznante. “Mi amor es capaz de cambiarlo” y otras parecidas que me da vergüenza reproducir.

Estadísticamente, penas he conocido una pareja donde el amor hizo ese trabajo. El resto es una constante de lágrimas, peleas, violencia, separación y ley de “aguante usted se lo buscó”, emitida, adivinen por quién. La mamá, por supuesto.

Ahí está el ilógico acontecer de mi amiga Dolores (ella debería cambiar de nombre y bautizarse de nuevo ¿no creen?, es una profecía ir por la vida con esa carga adicional, aparte de la “cruz” de su marido), con dos niños y una niña, sometida a una violencia verbal impune ya que sucede detrás de la puerta del dormitorio, sometida económicamente -la mujer evangélica es una “buena” dueña de casa, no necesita trabajar- y para rematar el baile, no puede ir al templo.
Él quiere hacer una fiesta o llevarla a bailar; ella sólo quiere tener un momento de oración.
Él desea ver un buen partido, el domingo a las ocho de la noche por supuesto, en compañía de sus amigos; ella desea ir a la reunión del día del Señor.
Él cree en las mentiras blancas, el cuento largo y la astucia. Ella no tolera las mentiras.
Él quiere que sus hijos se eduquen en un colegio laico. Ella prefiere uno de línea cristiana.
En fin, desencuentros.
Podríamos enumerar cientos de situaciones diarias de violencia doméstica; podríamos hacer una apología de esa célebre frase “no os unáis en yugo desigual”; podríamos orar y dar todas las recetas del mundo. Sin embargo, no tengo una fórmula personal que valga.
Me he dado cuenta que cada uno deberá cometer sus propios errores y llorar sus propias lágrimas para llegar al pensamiento de Cristo. A unos le costará más; otros tal vez asciendan por un grado de obediencia natural y serán los más felices. Pero Dolores necesitará mucho tiempo para recomponer su vida, para reeducar a sus hijos, quienes probablemente reediten la violencia paterna en los suyos.

Considerando, lo único claro es remitirse a la Palabra, esa receta no falla. Hay toda una instrucción respecto del tema “antes” de llegar a la toma de decisiones.
Y la voz de Dios supera cualquier consejo.




Gracias.

Todavía no nos reponemos de una y viene otra, como una ola de imágenes que nos arrastran a la angustia y la consternación. Se nos mueve el p...