martes, abril 13, 2004

Voy a escribir

Ha muerto mamá. Soy adulta ahora. La muerte ha cortado el cordón umbilical que nosotros no pudimos cortar.
Me siento rara, vacía y sola. Me he convertido en una mujer, ciudadana con derecho a voto, por lo menos eso, porque voz siempre he tenido poca.
Y soy libre.
Por primera vez en mi vida soy libre.
Libre para dormir hasta las 12 del día; para ver TV. Hasta la madrugada; para comer tomates hasta la intoxicación. Para caminar Santiago en la noche más oscura. Y no sentiré la más mínima culpa.
Sin embargo, tal vez no haga nada de eso.
Tal vez, para no sentirme tan sola, siga asumiendo las mismas restricciones que ella imponía. Tanto nos marcan los padres que se tornan casi omnipotentes.

Lo primero que haré es escribir. Tal vez ahora pueda hacer algo con mi vida.
Te doy la bienvenida a este camino nuevo para mí; tal vez podamos acompañarnos en la ruta y no sentirnos tan solos.
¡Bienvenido!
¡ Bienvenida!

Gracias.

Todavía no nos reponemos de una y viene otra, como una ola de imágenes que nos arrastran a la angustia y la consternación. Se nos mueve el p...