martes, diciembre 07, 2004

Obsequios de Navidad (III)

Aquel año mi amiga Janet tomó la batuta de la celebración.
Como cada Navidad, la pequeña Capilla se vistió de gala, cortinas de teatro incluidas, nacimiento “en vivo”, con ovejas “de verdad” y un bebé recién nacido, que no lloró en toda la obra. En realidad fue el mejor actor. Los pequeños disfrazados de reyes magos o pastores pusieron el toque final.
¿Cuál de todas las navidades fue la mejor?
Concretadamente, todas.

El conjunto de imágenes forma un gran calidoscopio en la memoria, una burbuja de colores donde, desde el centro, voy recorriendo los momentos, reviviéndolos y disfrutándolos una vez más.
Nunca he sostenido que el tiempo pasado fue mejor. Ni peor. Pero a veces una se detiene y rebobina la película de su ayer, para disfrutarla de nuevo.

En esta Navidad cerraremos el círculo y abandonaremos la nostalgia para ser libres. Libres de irnos por el mundo o quedarnos a crear nuevas opciones, nuevos espacios. Dejaremos los recuerdos encerrados e iniciaremos un nuevo tiempo; un tiempo que iremos llenando con fotos, momentos felices y destellos de Su gloria imprescindible.

La puerta está pronta a cerrarse. Iniciaremos en el 2005 un camino irreversible. Indudablemente habrá otras navidades para ti y para mí. Más maduras, más comprensivas, menos lúdicas tal vez; hemos crecido. El dolor nos ha pasado por su cedazo y nos ha depurado. Como dice algún autor por ahí: “Lo que no mata, fortalece”.


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Gracias.

Todavía no nos reponemos de una y viene otra, como una ola de imágenes que nos arrastran a la angustia y la consternación. Se nos mueve el p...