Un objeto mágico, sorprendente y misterioso que puebla nuestra vida es la cartera de mujer. Basta dejarla entreabierta para que suscite toda clase de interrogantes y unos locos deseos de conocer su contenido.
Los hombres le tienen una fobia especial, como si al aventurarse dentro fuesen a encontrar un amante francés, pasajes para Cancún o el “sobre azul” (contrato de divorcio o receta del siquiatra para internarlo). Ninguno se atreve.
He sido testigo y protagonista de tremendas disputas por el tal adminículo. Recuérdese aquella mujer que encontró una en un basurero conteniendo cinco mil dólares. La pobre trabajadora terminó en la comisaría, alegando inocencia, y claro, como todo el mundo alega lo mismo, nadie creía su historia.
Según Freud (¿de verdad se preocuparía del temita?), la cartera es una extensión de la vagina, algo así como un sexo ambulante. O sea, cuando un “ladrón a chorro” te la roba, estaría robándote la parte aquella ¡No...!
¡My God, lo que se puede descubrir estudiando los maestros psicolocos, y una ignorante, con su carterita al hombro provocando cualquier desequilibrio emocional.
Desde mañana renuncio a ella.
Claro, eso sí, no garantizo que lo pueda cumplir.
jueves, noviembre 11, 2004
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