viernes, septiembre 24, 2004

De buena fe.


Cuando destrozaron la vereda de mi casa y dejaron un montón de tierra apilada, no protesté. Los trabajadores (nunca vino un jefe) explicaron que pronto volverían a pavimentarla, cuando todos los trabajos de alcantarillado estuviesen terminados.

Les creí.
¿Por qué dudaría de la palabra de unos sencillos servidores públicos?
En un mundo descreído, quiero práctica el principio “de buena fe”.

Cuando una asume la confianza como valor vital en las relaciones humanas no puede al mismo tiempo andar pensando (a menos que una esté traumatizada) que las personas tienen una pistola apuntando a tu corazón o que el tipo de la micro que nos mira fijamente va a sacar un cuchillo y nos quitará la cartera. O que la vecina es una bruja que sólo desea hacerte daño (justito se te murió la ruda en plena floración).
O que los periódicos tienen aviezas intenciones con nosotros, pobres ignorantes de los poderes fácticos.

En general somos confiados.
Por eso caemos tan fácilmente en el “cuento del tío”, repetido hasta el cansancio; pareciera que no aprendemos. Eso de las historias de la micro, no necesito ni contarte, tú sabes las mismas o más que yo. A veces les doy algo por lo bien contado, pero una sabe que es "puro cuento".

A pesar de todo, creo que hay que vivir confiadamente. Tal vez tomando algunos resguardos moderados.

De lo contrario tendríamos que encerrarnos en nuestro hogar y olvidar el mundo de allá afuera.

Ya ves, demoraron, pero hoy aparecieron. Con unas máquinas enormes, en un dos por tres tiraron ripio, aplanaron toda la tierra amontonada y bastante transitada y mañana ponen el cemento. Va a quedar de lujo. Jamás dudé que volvería a ver mi vereda nueva, sin esos enormes hoyos que se llenaban de agua con las lluvias.

Claro que, oh ironía de la vida, vienen las elecciones municipales. Y yo voto.
Pero "para qué -dice el dicho- pedirle peras al ulmo". Me basta con apreciar un trabajo bien hecho y disfrutar de mi nuevo entorno.

Sí, me han sucedido muchos chascarros. Y decepciones. Y he perdido dinero. Y me han engañado. Y más de alguien me ha llamado "tonta lesa" sin motivo.

Pero sigo teniendo “buena fe” con mis semejantes, a menos que se demuestre lo contrario.



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Gracias.

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