viernes, septiembre 17, 2004

Voto evangélico.

Me asombra la incoherencia de algunos seres humanos.
Tengo una amiga muy querida que ha egresado de Leyes, defiende los Derechos Humanos, hace clases de teología, y no está inscrita en los registros electorales.
Me aduce distintas razones, las mismas que vengo oyendo durante años de jóvenes que no desean votar.
Bien. Si no desean votar, lo entiendo. Es una soberana lata pegarse el plantón al centro de votación, pararse en una larga fila, a pleno sol, para colocar una pequeña e insignificante cruz al lado de un nombre, que a veces ni nos gusta o ni conocemos.

Refuta con la manoseada frase: "los políticos son corruptos".
Y ¿para qué elegir los de esa categoría?
Podríamos probarlos, evaluarlos y sustituirlos.

¿Para esto queríamos la democracia?
Los privilegios que se nos otorgan también nos obligan a participar. Es un derecho que conlleva un deber, aunque sea fastidioso.
Por estos días se celebra nuestra independencia nacional. ¿Te imaginas que allá por el 1800 los patriotas se plantearan las mismas dudas cuestionando el voto a favor de liberarnos de España?
Tal vez todavía seríamos una colonia, con todo lo que de ello se desprende.

Chile, como cualquier democracia, aspira a una vida buena para sus ciudadanos. ¿Deberíamos dejar las decisiones a manos de chicos imberbes que apenas saben marcar el voto? ¿No es más cuerdo, como cristianos, asumir aquello que postula el apóstol Pedro: "Someteos, por causa del Señor, a toda institución humana, ya sea al presidente, como autoridad, o a los gobernadores, como enviados por él para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen el bien. Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis enmudecer la ignorancia de los hombres insensatos. Andad como libres, pero no uséis la libertad como pretexto para la maldad, sino empleadla como siervos de Dios.
Honrad a todos, amad a los hermanos, temed a Dios, honrad al gobernante
." (Carta del apóstol Pedro, cap. 2)

Así es que no me salgan con eso del amor a la patria, que la cueca es nuestro baile nacional, las empanadas más ricas del mundo o el buen asado. Cuando te inscribas en los registros, serás ciudadano. Ahí nos vemos, en la fila de votación.

No hay comentarios.:

Gracias.

Todavía no nos reponemos de una y viene otra, como una ola de imágenes que nos arrastran a la angustia y la consternación. Se nos mueve el p...