lunes, agosto 09, 2004

Amar.

Amo la gracia delicada de las pataguas que giran en la laguna de algún lugar en el sur. Amo el color desvaído de las rosas que se marchitan lentamente y amo la redondez de la luna que nos acompaña de regreso a casa en la noche oscura y húmeda. Amo el resplandor del sol cuando emerge lentamente sobre la Cordillera de Los Andes y amo el color de los ojos y la mano alzada de algún muchacho que me dice adiós desde un bus en movimiento y que no volveré a ver.

Amo el hondo sentimiento del piano cuando Luis toca la última canción en algún domingo de tarde, cuando ya todo ha concluido y la música nos atrapa y el Espíritu fluye.

Amo el saludo del amigo que regresa de un largo viaje.

Amo y admiro la prédica en la esquina de algún hermano solitario que con actitud bizarra se yergue sobre cualquier prejuicio o provocación y dice lo que tiene que decir sin la menor timidez.

No es melancolía, lo aseguro, de lo que va cambiando levemente. Algo se va perdiendo para dejar paso al renacer de otras cosas, situaciones, amores, canciones e instantes que serán iguales o más gratos que los idos. No podemos aprisionar a la amiga que se aleja, ni la música que vuela en el ambiente, ni el grano que con la más leve gota de lluvia brota irreprimible.

A veces amar duele. Porque se pierde sólo lo que se ama (¿quién dijo eso?); pero ¿hay otra manera de vivir que corresponda en alguna medida al don que se nos da?

Amar es entrar a la noche profunda y atrapar el alma de la que huye enloquecida y curar esas heridas aún abiertas; llenar sus oídos con palabras apacibles y sembrar en ella la semilla eterna.
Amar es luchar con los lobos hasta que suelten su presa. No sólo es deseo de sol y flores en los prados; también es cansancio y dolores y sangre y lágrimas y oraciones urgentes.
Negarse a la mentira, cultivar la verdad. Tolerar al grosero, suavizar lo áspero, ignorar la soberbia.

Casi, casi estoy delirando mientras escribo.
Porque amar es también soñar.
¿O no?

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Gracias.

Todavía no nos reponemos de una y viene otra, como una ola de imágenes que nos arrastran a la angustia y la consternación. Se nos mueve el p...