jueves, agosto 12, 2004

Mentirosa, mentirosa, mentirosa.

Estoy considerando muy seriamente decir unas pocas (o muchas) mentiras, tan necesarias en la vida moderna.

Es que mentir en el Chile de hoy renta más que sacarse la lotería.

Para empezar te haces famosa.
Te entrevistan en todos los medios.
Te llaman con un cariñoso diminutivo (considerando que odio el Toya, nombre vulgar, casi grosero, Toyita suena bien ¿no?)
¿Pagarán por las entrevistas? Creo que sí.
Así es que podría inventar cada cierto tiempo algo contundente para lanzar como primicia. Que me violó un senador, por ejemplo. Que me acosó un diputado. Que fui víctima de abusos deshonestos por parte de un famoso juez, en fin, tantas historias como la inventiva me lo permita. Después lo desmiento todo; puedo aducir que fui apremiada a hacerlo, que he sido perjudicada por las circunstancias, por los poderes fácticos que no dejan diga la verdad.

Me llamarán mitómana. ¿Y qué?
¿Acaso no mienten los medios?
¿No lo hacen los gobiernos?
¿No falsean las declaraciones de ganancias los empresarios?
Como Jesús lo dijo con todas sus letras: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.”

Pero tengo un enorme problema que considero insalvable para iniciar una carrera criminal: soy “tonta lesa”, como decían en el Sur cuando era niña. No sé mentir. No me sale natural. Cuando alguna vez le mentí a mi madre, me pilló “al tiro” y las consecuencias no fueron muy agradables.

Por otro lado apenaría a mi Padre ¿valdría la pena hacer eso?
¿Qué crees tú?
Estoy accesible a todo consejo y comentario.

No hay comentarios.:

Gracias.

Todavía no nos reponemos de una y viene otra, como una ola de imágenes que nos arrastran a la angustia y la consternación. Se nos mueve el p...