Uno de los días más radiantes que recuerdo es cuando conocí Valparaíso.
Se han llenado miles de páginas describiendo la belleza, la nostalgia, el sentimiento que provoca esta ciudad, tanto que pareciera ya no hay nada por decir. Y sin embargo ella es para cada uno, singular, única, y la fascinación que provoca se extiende más allá de lo que realmente es. Cada uno tiene en su mente un Valparaíso recreado en los sueños y en esa primera impresión al bajar la Cordillera de la Costa y ver las miles de casas sostenidas apenas en pilotes, edificadas no se comprende cómo sobre las más abruptas quebradas, como un dibujo coloreado por los reflejos del mar que a veces es una taza de leche.
Se ama más un lugar cuando nos hemos alejado de él, como ese chileno habitando la Europa ficticia, exiliado voluntaria o involuntariamente, el que se ha ido y no puede o no quiere regresar.
Volver significa destruir los mitos, la soñada memoria; volver significa esta realidad corriente y grosera que admitimos cada día y con la cual luchamos y donde a veces ella nos derrota. Otras nosotros.
1 comentario:
Que bien!!!.. otra Cristiana en la Blogia!!! :D
DTB!
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