Un experimento de madre soltera, y no lo digo peyorativamente.
El amor, la ingenuidad, la ignorancia, jugaron a mi favor en el acto de la creación.
¡Cómo quise tener un hermano! Uno alto, como Jorge, que defendía a Elsa, y la acompañaba a todas las fiestas y terminó siendo mi hermano mayor soñado.
La soledad ha sido el estado permanente y natural.
La poesía y los libros el lenguaje cotidiano.
La música del banyo en los dedos y la guitarra cantando el himnario pentecostal, sin música, así, “de oído”.
Una Biblia abierta cada día, lectura diaria en voz alta, para mi madre, la mejor hora después del trabajo. Años de lectura dejaron una herencia de palabras y sonidos que habitan todas mis horas.
“Don de la cachativa” bastante desarrollado.
Nota en el carné de conducir: 5.9, sin choques ni accidentes. Velocidad promedio 60 kms. X hora.
Lectora. Si me definiera en una palabra, soy Lectora.
No me son ajenos ni la composición de las margarinas en el supermercado, ni los avisos publicitarios en el Metro. Toda letra me atrapa con sus movimientos graciosos y sus formas, a veces delirantes.
Sentido de la ironía, frecuente.
Amor máximo al que me amó sin condiciones. Sólo Él justifica mis días y mis actos.
jueves, octubre 28, 2004
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