miércoles, octubre 13, 2004

Comercial.

No te sorprendas cuando un auto azul toque la bocina y de él baje un hombre armado y apunte directo a tu corazón.
Tal vez imagines que están rodando un comercial. O el tipo se equivocó de persona.
No te sorprendas cuando la marca te codifique con un número.
Justo en la frente. O en la mano.
Podrás comprar, vender, circular sin problemas por las principales carreteras. Tus hijos serán llevados a buenos colegios y tu esposa podará las rosas esperando en casa, como debe ser.
Nada será extraño.
Ni siquiera te molestarán esos moralistas que andaban para todos lados con un libro de tapas oscuras, proclamando la resurrección (¡vaya imaginación!) de un crucificado; un libro ininteligible, lleno de historias arcaicas, ajeno al mundo moderno.

En el siglo primero de la era cristiana, lejano aquel tiempo, se escribieron las palabras que ignoras. Un hombre publicó tu historia, sólo que no lo sabes.¿Cómo podrías si el sistema la borró de todos los ordenadores?

No te sorprendas que ellos hayan desaparecido.
Te dirán que fueron abducidos por seres de otros planetas.
Te dirán que no pienses. La felicidad, te dirán, consiste en vivir libre de pensamientos y conocimiento inútil.
El sistema decidirá por ti.
El mercado te ofrecerá todas las posibilidades. Elegir será fácil.

Nada te sorprenderá.
Sólo esa breve tristeza que no puedes explicar, que te empalidece el rostro, que hace temblar las manos…
Un recuerdo de voces que hablaban de un cruci...
No, es mejor no pensar, (tal vez es un comercial).


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Gracias.

Todavía no nos reponemos de una y viene otra, como una ola de imágenes que nos arrastran a la angustia y la consternación. Se nos mueve el p...