miércoles, octubre 20, 2004

“Pecadillos”.

Una amiga clasifica los pecados por su tamaño.
Es apenas un “pecadillo”, me dice cuando asegura que fue “mentira blanca”.
¿Mentiras blancas?
Parte de esta creencia ancestral, la heredamos -como una mochila cargada de filosofía acomodaticia- del papa Gregorio el grande (siglo VI) quien clasificó siete pecados capitales, como si el resto no tuviesen demasiada trascendencia.
No quiero referirme a aquellos, esos siete, sino a otros vicios que consideramos menores (como dice mi amiga "pecadillos") pero que nos hacen perder el tiempo y juegan con nuestra (todavía) credulidad.

-La impuntualidad.
¡Cielos!, he esperado hasta dos horas que alguien se digne aparecer.
Toda reunión que se precie de importante, deberá iniciarse con 10, 20 y hasta 30 minutos de retraso, incluyendo nuestras habituales reuniones cristianas (he leído hermosos libros y he escuchado bellas canciones esperando la hora de inicio).
Conozco personas que nunca llegan a la hora estipulada. ¿Llegarán tarde a sus funerales, para confirmar la mitología que han creado a su alrededor?

No voy a hacer una apología a la puntualidad. Todo el mundo sabe que el tiempo es valioso (el mío también), como para perderlo en esperas inútiles.

Tampoco gritaré porque siempre llego a la hora fijada (tonterías mías, no más).
Definitivamente voy a comprar música nueva para mi pérsonal, alguno que otro libro interesante y cual Penélope, iniciaré un primoroso tejido para una amiga que tiene un bebé recién nacido.

Porque definitivamente ya estoy en camino a la resignación. Con la serie de tacos en las calles, las vías colapsadas y lo carreta de las micros, armarse de paciencia es la consigna.

Y si llego un poquito tarde, será porque he aprendido la lección: “si no puedes con ellos, únete a ellos”.


No hay comentarios.:

Gracias.

Todavía no nos reponemos de una y viene otra, como una ola de imágenes que nos arrastran a la angustia y la consternación. Se nos mueve el p...