En las noches de invierno, las gélidas, toda la comunidad se arrebuja en lanas, braseros, estufas y cualquier adminículo moderno que provea calor. La nieve brilla esplendente bajo la luz de la luna llena. No hay espectáculo más magnífico (salvo las puestas de sol en mayo) y más helado.
De pronto algo cambia. Se oyen voces de niños en los patios, cantos de evangélicos en la vereda de enfrente, risas de muchachas que juegan al eterno coqueteo en las esquinas. Es el viento, el Raco que sopla, primero tibio, luego más cálido y a eso de la medianoche, totalmente caliente. Los meteorólogos –que todo nos lo explican científicamente-, dicen que este viento sólo corre en el Cajón del Maipo, proveniente desde Argentina.
Libres del rígido confinamiento, con la noche profunda, el Raco baila en nuestros pies, envolvente.
domingo, junio 20, 2004
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